sábado, 27 de septiembre de 2008

A la hora del café



No sé muy bien sobre qué hora llega, pero a la hora de comer se le puede ver entrando hasta la cocina por esta ventana. Lo hace acorde con el ambiente, exagerado y bullicioso, que anima sin él saberlo.
La visita no dura mucho, aunque se sienta su presencia durante todo el día . Así, forzado a seguir, el Sol se va despidiendo cuando encima de la mesa sólo son dos o tres cafés los que humean y bailan al compás de una cucharilla. Lo hace acorde con el ambiente, sosegado y propicio a buenas conversaciones, iluminando de forma que se deja sentir su tristeza por no poder sentarse también.

2 comentarios:

Abe Sanchez dijo...

Bonito tratamiento para una bonita perspectiva.
Un saludo.

Haideé Iglesias dijo...

Realmente pintas...
¡Que buenos recuerdo me trae esa tabla en la ventana! Esto de ser de pueblo...
Un cordial saludo