Aquel día volvía del trabajo justo a la hora en que empieza a salir el sol.
Creo recordar ver una puesta en Cudillero, en la que el sol se iba más allá del horizonte que dibujaba 'la mar'. Aquí en Candás tenemos la suerte de verlo aparecer después de que nos hayamos dado una vuelta.
Volviendo, como decía, al volante, mi camino se dirigía justo hacia el amanecer. No era la primera vez que alargaba la hora de irme a la cama a cambio de media hora viendo el sol salir por la mar.
Hace mucho que no vuelvo, demasiado.
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2 comentarios:
Esos momentos estan llenos de magia y merece la pena el sacrificio.
Esa media hora merece la pena...sin lugar a dudas....vuelve!!!
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