A los que, como yo, tenían todo dispuesto para que las visitas fueran breves, o no fueran, llegan días de adecentar nuestro salón, y hasta la cocina. Sin cambiar nada, sólo abriendo las puertas, repartiendo más sillas de lo usual y esperar con una sonrisa en la cara, un 'bienveni@, siéntate'.
Muchos días intento enfocarlo todo como si fuera Navidad, cuando todos somos más como deberíamos ser, y lo hago sin éxito por culpa de ese enano que llevo dentro, seco, silencioso pero que no deja de refunfuñar, y que está creciendo a cada año.
Habrá que intentarlo mejor. Ahora, en esta breve hibernación del enano, no puedo dejar de desearos todo lo bueno que podáis desear, cosa que hago también el resto del año, pero no se me nota. Ver felices a los demás también me hace un poco feliz.
Espero despertarme muchos días pensando, 'Carpe diem', como en el cuento.