.
.
Recuerdo los veranos en los que el muelle rebosaba de toallas y los paseos eran interminables sorteándolas a ellas y a los que pasaban la tarde, y parte de la mañana, echando la caña y planeando la cena. Hablo del muelle 'antiguo', queriendo decir el que había antes de la última y fastuosa remodelación.
Aunque ya entonces la normativa buscaba que una zona así estuviese huérfana de bañistas y jolgorio, en Candás sucedía el curioso hecho de ser la playa la que 'malpasaba' los veranos acogiendo gente que, casi con total seguridad, era de fuera.
El cambio hace que todos veamos desde el espigón como pasan las tardes entre chapuzón y chapuzón. Estoy seguro que, como yo, muchos miran hacia el muelle y se les dibuja una sonrisa cada vez que ven tirarse al agua a los únicos que, ahora, no observan las directrices legales en lo que a zonas de baño se refiere. Adolescentes, como no, que nos llevan a los veranos que os cuento. Y algunos más que han quedado grabados en nuestra memoria, cuando éramos como ellos.